La Mezquita-Catedral recoge la esencia de Córdoba, siendo el mejor espejo en el que contemplar y comprender el destino de esta ciudad. Un edificio Patrimonio de la Humanidad que muestra la singularidad de haberse mantenido vivo durante todos y cada uno de los días que comprenden su intensa trayectoria. Un edificio que siempre cambia, que siempre se muestra diferente y que ofrece un sinfín de perspectivas, tantas como personas sean quienes lo contemplen. Un excepcional monumento en el que, cada vez, se nos brinda una oportunidad distinta, en el que podemos recrearnos en una nueva mirada y así redescubrir un detalle sorprendente, que hasta el momento pasaba inadvertido.

Nos encontramos ante un espacio sagrado en el que el hombre ha sentido el misterio de Dios, la emoción íntima que ha motivado la construcción de monumentos tan excepcionales como éste. Así ha ocurrido a lo largo del tiempo, sin interrupción. Distintos cultos y distintas sensibilidades confieren a este lugar sublime esa marcada percepción de lo espiritual.

Quienes admiraron la belleza de la que fue gran mezquita omeya de Occidente, supieron preservarla. Hoy, el conjunto monumental Mezquita-Catedral de Córdoba, muestra al mundo la grandeza de su historia, que comienza con una basílica visigoda, eclosiona en época califal, y culmina con el arte del Gótico, del Renacimiento y del Barroco.

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