Espejo es como una alargada nave blanca varada en el dorado mar cerealista de la Campiña, cuyo puente de mando es el castillo residencial del Ducado de Osuna.
Ni siquiera la parroquia de San Bartolomé, tan vistosa por dentro, pretende hacerle sombra a la fortaleza, y se conforma con una torre de modestas proporciones.
Desde todos los caminos se distingue la silueta de Espejo, del latín specula, atalaya, y eso es en efecto, la atalaya de la Campiña.
Villa situada al sureste de la provincia, junto a la C-432.
Distancia a Córdoba: 33 Km.
Altitud: 418 m.
Extensión: 56,9 Km2
Habitantes: 3.749.
Gentilicio: Espejeños
Mancomunidad: Guadajoz – Campiña Este.
Antecedente de la actual población fue la ciudad ibero-turdetana de Ucubi, a la que Julio César agradeció el apoyo que le prestó en sus luchas con Pompeyo elevándola a colonia romana con el nombre de Colonia Claritas Iulia Ucubi.
Pocas noticias existen de la etapa musulmana, en que la población ostentó el nombre de Alcalá y quedó despoblada antes de su conquista por Fernando III hacia 1240.
A principios del siglo XIV construye un castillo y lleva a cabo su repoblación Pay Arias de Castro, a quien Fernando IV otorga en 1304 el señorío de Espejo, como se denominará la población desde entonces.
En 1377 Enrique II la concede en mayorazgo, junto con Lucena, a María Alfonso de Argote, que contrae matrimonio con Martín Fernández de Córdoba, señor de Chillón, con lo que Espejo queda vinculado a la casa del Alcaide de los Donceles.
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