El recinto amurallado de Palma del Río, declarado Bien de Interés Cultural BIC, es un espacio de contacto físico con la historia de esta ciudad. Sus muros son testigos de hechos reales y leyendas. Las murallas son mucho más que unos lienzos altos y unidos por torreones, fueron en un principio, una alcazaba o castillo que ocupaba el ángulo NO del recinto próximo a un meandro del río Genil. Cinco torres definían un espacio pentagonal, unidas por los muros, apenas ya visibles éstos y escasamente sus torres, como la llamada Mesa de San Pedro. Del castillo almorávide, queda el eco de batallas entre moros y cristianos por su lugar estratégico en el vado del río Guadalquivir por donde discurría la calzada de Écija a Mérida. Pero los almohades, reforzaron el castillo, ampliando sus defensas militares con nuevos muros y más y mejores torres.

La cerca almohade cuenta con amplios lienzos de muralla fortalecidos por gran número de torreones, que afortunadamente se conservan. Mirando al norte se encuentra una de aquellas viejas puertas en recodo, que en época cristiana se reforzó con su nueva forma hexagonal y donde se construyó en su interior una capilla a la Virgen de las Angustias. La otra puerta, igualmente con la técnica defensiva de recodo, se encuentra al este, dando a la plaza del Cabildo. En ella se abrió un arco, conocido como Puerta del Sol, y sobre la misma el balcón del palacio. Recientemente, se ha recuperado los arcos de herradura de la defensa enrecodo.

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