El Parque Natural Sierra de Hornachuelos alberga una de las zonas de bosque mediterráneo y de ribera mejor conservadas de Sierra Morena.

Para ver los orígenes de este monasterio hay que remontarse al 14 de abril de 1490 cuando fray Juan de la Puebla, segundo conde de Belalcázar, lo funda. El edificio sufre varios incendios durante su vida en 1498 fue el primero de ellos, el segundo en 1543 y el último en 1655. Lo más antiguo que se conserva es la iglesia, de 1763, quedando abandonado en la década de 1970.

La leyenda cuenta que según la maldición, si alguien compraba o reformaba el Monasterio en la montaña de los Angeles llovería fuego. Sería en diciembre de 1845 cuando por fin se vendió a D. Agustín Díaz y Armero que lo restauró, pasando años más tarde en abril de 1884 a los Marqueses de Peñaflor que lo reformaron de nuevo dejando únicamente los muros principales y construyendo en él una finca de recreo.

El Monasterio de Santa María de los Ángeles, situado en plena sierra Virgen de Hornachuelos (Córdoba), fue en sus orígenes un auténtico palacio que data del siglo XV aunque usado hasta principios del XX. Alejado del mundanal ruido y aislado de la civilización, sólo es accesible a pie por un angosto y escarpado sendero de 7 km por la ladera de una montaña bordeada de barrancos, como el “Barranco del Infierno”.

El lugar está rodeado de Cuevas como la de la “Mujer Penitente”que pasó diez años recluida en la cueva para redimir sus pecados y falleció en ella, justo debajo del Monasterio y cuyo espectro ha sido visto por muchos senderistas. La Cueva del Soldado, la del Copero de Carlos V o la del Hermano Diego al que encontraron muerto en su cueva de rodillas con las manos unidas y rezando con el rosario en las manos.

Lugar rodeado de viejas leyendas como la de Ecijano, creador por una promesa cumplida de la grandiosa Cruz de granito blanca de 9 metros de altura ubicada unos metros antes de llegar al Monasterio, que falleció justo al terminar su obra; la de Antonio Roldán de Pozoblanco cuyo espectro se aparecía a las gentes del lugar pidiendo que se enterraran sus huesos hasta que un pastor los recogió y les dio cristiana sepultura, no volviendo a aparecerse nunca más y las de tantas personas caídas por el barranco que salieron ilesas de la fatal caída, como fue el caso del anciano que se despeñó por el barranco con su carromato repleto de vajilla para el Convento y que a la mañana siguiente se presentó en el Convento sano y salvo y su vajilla al completo.

El edificio consta de 4 bloques diferentes y enormes de 5, 7, 8 y 9 plantas cada uno, con unas 20 habitaciones y sus respectivos baños y terrazas y en donde parte del mobiliario sigue a día de hoy casi intacto. Tiene 3 patios comunes, 2 de ellos con piscina.

Los fenómenos que suelen observarse en el lugar y en el que todos los investigadores y senderistas coinciden es en los golpes en la paredes que responden al mismo número de golpes dados por los investigadores; ventanas que se abren y cierran solas; sesación de ser vigilado; pasos cuando el edificio está vacio y voces en el interior sin que haya nadie dentro; arañazos en las paredes e incluso fenómenos de aportes o materialización de objetos que no se sabe de dónde vienen.

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