El tercero del trío Alberca-Pozo-Jardineros completa el cinturón de patios de servicio de las casas de campo de los condes de Torres Cabrera. Recibe el nombre por albergar las herramientas del equipo de jardinería. Lo más llamativo es el muro cubierto de celestina, un auténtico jardín vertical, así como los objetos arqueológicos y los azulejos introducidos en el s. XX para darle un aire más señorial. Antes de ser conocido como Patio de los Jardineros fue también llamado Patio de los Perros. Formaba parte del conjunto de patios de servicio de las casas de campo de los condes de Torres Cabrera, donde se alojaba el personal de las fincas rústicas cuando estaban de visita en Córdoba. Incorporadas estas casas a Viana en el siglo XIX, el patio permaneció como lugar de trabajo para los jardineros, que guardaban sus enseres donde ahora se ubica la sala de servicios múltiples. En el aspecto actual de este patio fueron claves las modificaciones realizadas por el II marqués de Viana a principios del siglo XX y, después, por la III marquesa de Viana, que habitó el palacio hasta los años ochenta. Ambos fueron incorporando objetos arqueológicos y decorativos de distinta índole para vestir un patio de trabajo y darle un aire más señorial. Trajeron objetos tanto de la finca de Moratalla (Hornachuelos) como del palacio de Viana en Madrid (actual residencia oficial y de representación del Ministerio de Asuntos Exteriores). Hoy día, el patio cuenta, entre otras piezas, con fuentes, hornacinas, columnas, azulejos, un dintel de iglesia, etc. Esta costumbre de adornar los patios señoriales con este tipo de objetos recoge la tradición burguesa del XIX que acentuó el gusto por las antigüedades como complemento y adorno del patio. A falta de esculturas, se decoraba con elementos arqueológicos, muebles, cobres, cerámicas, zócalos, etc. El muro cubierto con celestina o jazmín azul, esplendoroso en verano, es el principal foco de atención botánica. El muro opuesto, por su parte, invita al descubrimiento continuo de pequeños detalles que embellecen el conjunto. Macetas de geranios, esparragueras, cintas, hierba del elefante y centaurea se distribuyen de forma discreta por el patio para no hacer sombra a la celestina. Patio de LoS JaRdiNeRoS Cuando la primavera. Cuando el aire de abril. Cuando los lirios amanecen. Cuando el almendro y el naranjo anuncian su temprana noticia presentida. Cuando el milagro vegetal enflora las cumbres de la sierra, el fértil llano de Córdoba y sus patios, la nostalgia de sus rejas, abiertas a otros días. Aquí, ante el paramento de jazmines azules y geranios repartidos en torno de la fuente que desborda su monocorde encanto en el silencio Aguas del río Colador, subterráneas, profundas, misteriosas, fecundando entre oscuras raíces el ignoto germinal de la tierra, su secreto. Rincón del paraíso entre jardines de notable artificio. Primavera de la Ajerquía al crepúsculo. Campanas de agua viva fluyendo entre arriates (…). Mario López Viana, patios de poesía (1995)

 

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